Payaso y medios de comunicación

 

Los payasos en la prensa francesa

por Marie-Ève Therenty

 

La historia de los payasos está consustancialmente vinculada a la prensa en Francia. Ante la ausencia de grabaciones, los artículos de prensa sobre el circo constituyeron durante mucho tiempo la memoria de los números de payaso y la historia de los payasos es obra de periodistas de la pista que compilaron y reescribieron sus archivos. Tristan Rémy fue especialista del circo y del music-hall en el diario L’Humanité entre 1936 y 1939 y su libro Les Clowns retoma en gran parte sus artículos de prensa.

 

Los payasos y los escritores-periodistas

A partir de la primera mitad del siglo XIX, algunos folletinistas teatrales que también eran literatos, se interesaron por el circo e hicieron reportes sobre las entradas de payaso. La visibilidad otorgada a algunos payasos que se convirtieron en personajes famosos de la vida parisina se debe en parte a esta mediatización precoz. Théophile Gautier escribió sobre Auriol en La Presse el 21 de agosto de 1837 que era el “payaso más espiritual y más encantador que se pueda imaginar.” Jean de Tinan y Jean Lorrain eran fervientes admiradores de Foottit. La celebridad creciente de los payasos en el período de entreguerras acompañó la especialización de algunos cronistas que se convirtieron en especialistas de la pista tales como Pierre Varenne, Gustave Fréjaville, André Legrand-Chabrier, y más tarde Serge [Maurice Feaudière] y Jacques Richard. En efecto, fue por medio de la prensa y de sus escritores que la figura del payaso fue por mucho tiempo intelectualizada y celebrada y es imposible escribir la historia de los payasos sin considerar esta conjunción. Esa época concluyó quizás simbólicamente cuando el cronista Jacques Richard entregó al diario Le Figaro, después de treinta años de breves reportes, su último artículo, la necrología de aquel que fue tal vez el último gran payaso mediatizado, Achille Zavatta, el 17 de noviembre de 1993. 

 

 

Una historia de payasos

La consulta de los archivos de prensa representa por ende un recurso inagotable que permite también documentar las grandes tradiciones de la historia de los payasos: el reino del payaso acróbata o jinete al estilo Auriol, la boga de los payasos ingleses, la potenciación del Augusto que impuso los dúos y luego los tríos de payasos, y también el hecho de verlos en glosa por medio de los escritores periodistas, precoces historiadores del circo. Théophile Gautier fue el primero en justificar la conexión del acróbata del Cirque Olympique des Champs-Élysées con la categoría aún errática de los payasos. Théodore de Banville acompañó mediáticamente la boga de los payasos ingleses a mediados del siglo XIX antes de escribir el prólogo introductorio de las memorias apócrifas de los Hanlon-Lee, escritas por Richard Lesclide en 1879. Baudelaire basó precisamente su teoría de la esencia de la risa, texto publicado en Le Portefeuille, el 8 de julio de 1855, sobre la aparición del payaso inglés, figura inquietante en su frac lúgubre. El Diario, ante la ausencia de otras formas de grabación, permitió también elaborar un archivo con el detalle de los actos y programas. Los cronistas de la pista describían los trajes, narraban las intrigas y reportaban los textos de las “entradas”. Le Voleur illustré, el 21 de diciembre de 1893, publicó el esquema del piano trucado de los Hanlon-Lees. Regards, el 13 de diciembre de 1946, reveló las distintas etapas del maquillaje del Augusto del trío Fratellini. Los artículos no estaban por otra parte, exentos de errores desafortunados: el periodista de Regards creía que estaba frente a François mientras que en realidad se trataba de Albert Fratellini.

 

 

El payaso estrella

A partir de fines del siglo XIX, en Francia, los grandes payasos se convirtieron en estrellas, al igual que los actores. Sus vidas privadas fueron mediatizadas. Le Journal, el 23 de diciembre de 1934, publicó en primera plana el matrimonio del payaso Carletto con Violeta Fratellini. En Le Matin el 28 de febrero de 1941, se cubrió la cena de la familia del payaso Polo Rivels y de sus ocho hijos. La prensa pululaba de chismes payasescos. Así en 1894, se rumoreaba en los periódicos que el payaso Foottit había roto su contrato con el Nouveau Cirque para ir a Rusia detrás de una bailarina de la que estaba enamorado, abandonando en París a su mujer legítima y a sus cuatro hijos. Cuando los payasos morían, sus necrologías llenaban las páginas de los diarios y se les dedicaba la portada a los más célebres. Este salto al estrellato de los grandes payasos perduró después de la Segunda Guerra Mundial con Rhum, Achille Zavatta, Rolf Knie junior, Annie Fratellini, aunque se debilitaba progresivamente. Hoy en día la mediatización y el “payaso como estrella” ha disminuido. Un artículo de Le Monde, « Le clown se meurt » (28 de agosto de 1980) atribuye al cine y a la televisión el debilitamiento de la visibilidad del payaso.

 

 

El cuerpo social del payaso

La prensa también reveló la evolución del rol del payaso en la sociedad. Hoy en día la prensa hace hincapié, quizás bajo la influencia del cine, en los distintos delitos perpetrados por payasos siniestros que atacan a los transeúntes. Es la coulrofobia, recientemente atizada por la película It inspirada en la obra de Stephen King. Pero por mucho tiempo se consideró a los payasos, en las noticias diarias, más bien como ángeles guardianes. Según Le Gaulois du 8 novembre 1881, Medrano alias Boum-Boum, “el payaso amado por la multitud” apagó un incendio que se había declarado durante una representación. También, el 15 de julio de 1953, Le Monde publicó que el payaso Zavatta salvó a un domador de sus furiosos leones.
Principalmente la prensa informaba sobre la realidad del cuerpo social del payaso y la dificultad del oficio bajo la máscara. Una investigación sobre los “hombres que ríen, incluso cuando tienen los ojos llenos de lágrimas y el corazón lleno de pena” mostró la miseria de los augustos, esos payasos anónimos e invisibles (Le Petit Journal, 16 de noviembre de 1928, p. 1). Las entrevistas de los payasos famosos, por su parte no eran solamente promocionales, eran reveladoras del malestar del payaso inclusive cuando gozaba de fama. “Hace veinte años que hago reír, todas las noches, a miles de mis contemporáneos; hace veinte años que yo mismo no me he reído ni una sola vez”, declaraba Foottit en Les Annales politiques et littéraires del 18 de septiembre de 1921. 

 

 

Payasadas periodísticas

Los payasos y los periodistas, dos profesiones que juegan con los signos, vivieron mucho tiempo no solo en una gran fraternidad sino también en un imaginario de connivencia. Durante la Belle Époque y aún durante el período de entreguerras, los payasos estaban presentes en toda la prensa generalista, no solamente en las publicidades y los anuncios de espectáculos sino también en las caricaturas y los dibujos de prensa, los sucesos, las investigaciones y las entrevistas. Algunas novelas-folletín tales como Le Clown rouge de Albert Boissière publicada en Le Petit journal Illustré a partir del 6 de febrero de 1910 ponían en escena a los artistas de la risa que se encontraban a menudo en la portada de la prensa de mayor circulación. Los periodistas satíricos titulaban incluso a veces “payasadas” o “entradas de payasos” a sus dibujos o sus sketches. En contrapartida, para componer sus escenas, el payaso, anticipando las prácticas de los humoristas, se alimentaba con la misma actualidad que el diario. El payaso Foottit declaraba en una entrevista en le Temps el 18 de noviembre de 1903 que hallaba los temas de sus escenas en los sucesos de los diarios ingleses y franceses.

 

leer la noticia Boum-Boum, de Jules Claretie, publicada en Le Supplément illustré du Petit Journal del domingo 3 de noviembre de 1907 (principio a la derecha, pie de página)

 

Los payasos, de la televisión a los nuevos medios de comunicación

por Alix de Morant

 

Se acusó erróneamente a la televisión de posguerra de haber suplantado rápidamente a los circos ambulantes que surcaban hasta entonces el territorio y montaban sus carpas en los pueblos para romper con la monotonía. Es cierto que la “sociedad del espectáculo”, tal como la describió Guy Debord en 1967, encarnó el fin de una época y que la multiplicación de los aparatos de televisión que llevaban nuevas atracciones dentro de los hogares, coronaciones de la Realeza, hazañas deportivas y variedades, tuvo un cierto impacto en la economía de estas pequeñas empresas ya debilitadas por los dos conflictos mundiales. La desaparición de las “actualidades” de las salas de cine, coincidió en la Francia de Vichy, con los últimos ensayos de los tres Fratellini (Paul falleció en 1940), la RDF Televisión Francesa, y luego la RTF y la ORTF tomaron el relevo para perpetuar la leyenda. 

Annie Fratellini, nieta de Paul, inmortalizaría en la pantalla chica, el álbum de familia, la suya, ampliada a la de los payasos, yendo de Grimaldi a Charlie Rivel. Podemos encontrarla, en particular, en la serie « Il était une fois le cirque » realizada para Récré A2 en 1985, comentando documentos de archivo, incluidas las tomas realizadas durante una representación de Music-hall en 1931 en Berlín, donde Grock (Charles Adrien Wettach, 1880-1959) intenta conciliar las gracias de su compañero con los acordes elocuentes de una concertina. Annie Fratellini, también, figura junto al cara blanca Francesco Caroli, y también a los norteamericanos David Shiner, augusto contemporáneo, y Michael Christensen, un tramp, en los Chiffonniers du rire, parte de una trilogía sobre la vida de los artistas de circo en el mundo o Les Enfants du voyage, documental realizado para la televisión, en 1992 por Laurent Chevallier.

 

 

Payasos telegénicos

Embajadoras del circo, las cámaras de televisión irían alejándose pronto de la pista para privilegiar a los bastidores e invitarse dentro de los camerinos, fascinadas por el ritual del maquillaje que transforma al hombre ordinario en deidad payasesca. Irían incluso hasta inmiscuirse en su vida privada para sorprenderlo en bata y en pantuflas. De Director de compañía que daba una paliza a los que pegaban los carteles de un circo rival y que conducía el convoy sobre su moto estrepitosa (Un Cirque passe, documental de 1950 de Jacques Letellier y Jean-François Mehu) « La Piste aux Étoiles », Aquiles Zavatta, se convirtió en una verdadera estrella, comentando con la mayor seriedad Le Rire de Bergson. “Cuando veo a alguien, una sola vez en la televisión, no lo olvido nunca más”, le decía a Jacqueline Huet, cómplice durante una velada para el sketch del moroso, le Mauvais payeur. Su rostro, puntuado con dos cejas en forma de coma, se volvería más conocido para los telespectadores que el cabello rubio de la famosa presentadora. Producido en primer lugar por el 1er canal, luego por Antenne 2 y grabado sucesivamente en el Moulin de la Galette, en el Cirque d’Hiver, en lo de Pinder o en lo de Jean Richard, el programa de Gilles Margaritis (1912-1965) trabajaba el renombre de sus payasos. Jacques Massonnat (1926-2012), alias Jacques Francini formó junto con Michel Francini (1921-2014) el primer dúo de « La Piste aux Étoiles », acompañados posteriormente por el clown cara blanca Alex, cuyo verdadero nombre era Alex Bugny de Brailly (1897-1983). Bajo el fulgor de las luces, se sucedían los Francesco, los Rossi, los Rastelli, pero el premio a la telegenia correspondía al trío el Bario juniors que asociaba a una joven mujer elegante y excelente música llamada Henny Sosman, a dos augustos, Freddy su marido y Nello su cuñado. Inventores de numerosos sketches, entre los cuales el famoso Davy Crockett, los Bario eran los favoritos de los podios, d'1, 2, 3… en piste presentado por Marcel Fort y de Messieurs les clowns en Télé Dimanche con Guy Lux.

 

 

El circo mediático

Si bien el estribillo de los créditos de Kiri le clown aún resuena en los oídos de varias generaciones de niños, los de la generación siguiente comienzan a rechinar los dientes con Krusty, este personaje siniestramente desencantado de los Simpson, inspirado de otro payaso televisivo, el famoso Bozo, que también sirvió de modelo al rictus fijo de Ronald Mac Donald. La broma se torna pesadilla con la invasión de las series gore que ponen en escena extraños payasos sanguinarios y desequilibrados, desencadenando la ira de los representantes de la sociedad mundial de los payasos (World Clown Association), indignados de ver manchada la imagen de Épinal, un payaso jovial y bonachón.
Entre los bufones rechinantes hay uno muy valorado en el ámbito de los talk-shows que cultivan un perfume de escándalo. La presencia de Jango Edwards (1950) hizo instantáneamente subir el índice de audiencia. Ya sea que recordemos el saqueo en directo el decorado del programa Nulle part ailleurs (Canal +, años 1990). Se suele olvidar que el artista, originario de Detroit e inspirador del Festival Fools de Amsterdam (1975-1984) era un puro producto de la beat generation, antiguo activista comprometido en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, antes de ser el payaso de los canales públicos y privados. Sus métodos, la parodia y la burla, fueron retomados desde la Guerra del Golfo por los altermundialistas, quienes durante las confrontaciones, desestabilizaban por medio de piruetas a las fuerzas de policía e inundaban las redes sociales con el fin de incitar a los internautas a que se maquillen para integrar la armada de los payasos (el Artnez de los payasos).

 

 

Del tubo catódico a la fibra óptica

Producidas por France 3 Región Córcega, las aventuras de Frico, una serie de cincuenta episodios escrita e interpretada por el actor y realizador Jean Michel Ropers estaba elaborada sobre la figura recurrente del mimo humanista y poeta, fundamentalmente inadecuado en una sociedad de la instantaneidad y del rendimiento. El formato de las viñetas se aparenta al videoclip explotado por Marcel Amont para realizar su metamorfosis en augusto al ritmo de su canción Moi le clown (1963). En otro registro, se lo encuentra en los tutoriales de clowning lanzados por el bailarín urbano Tommy le Clown (Thomas Johnson) para combatir la violencia social, fenómeno propagado mediante las redes sociales desde los guetos de Los Ángeles, que dio nacimiento al krump.

Inmovilizado tras un accidente que puso fin a una carrera de acróbata, Arnaud Clavet, egresado de la 7a promoción del CNAC y miembro fundador de la Compañía Anomalie& (1995) comenzó a grabar en su cocina y con el contenido de sus armarios los desopilantes cortometrajes que alimentan el nonochannel. Nono, su alter ego, filmado en primer plano, como solían serlo las presentadoras de antaño, vive en la era digital y teclea sobre su ukulele como sobre las pantallas táctiles. Dejó de lado su nariz roja pero sigue siendo un ecologista comprometido, adepto del decrecimiento y de la “fumata”, un Alexandre le Bienheureux del vigésimo primer siglo. Faquir, mago, domador de pepinillos en salmuera, es un epicúreo, cuya digestión lo atormenta por medio de alucinaciones.

 

¿Un público virtual?

Si bien los payasos funcionan a menudo en dúo o en trío, su socio como lo recordaba François Fratellini es el público. “No somos tres sino cuatro: ¡Paul, Albert, yo y el público!” Espectadores, telespectadores e internautas se encuentran cerca del circo, ya sea que estén sentados en las gradas ante un círculo de aserrín o que lo disfruten a través de la pantalla. La televisión retransmite en directo espectáculos, incluida la Gala de la Unión, que desde 1923, ofrece a las estrellas del teatro, del espectáculo de variedades o del cine la ocasión de acercarse a lo que el oficio de entretenedor tiene de más árido y más noble y acompaña la evolución del circo contemporáneo a través del Festival mondial du cirque de demain. Cuenta con el aura de grandes artistas y promueve a los nuevos talentos a menudo retomados por Le Plus grand cabaret du monde. Permite, por medio del reportaje, arrojar luz sobre los procesos de creación y por el archivo, actualmente disponible en línea, perpetuar y renovar la gran tradición de las entradas payasescas. En cuanto al universo mediático, ¿no es éste un poco un espectáculo feriante con sus titiriteros, ya sean como Devos o Desproges, malabaristas de palabras o taciturnos a la manera de los Deschiens?