por Philippe Goudard
El payaso y el Augusto en el centro de la pista: una imagen romántica pero que solo transmite de manera incompleta la historia y la actualidad del Arte. De la misma manera que las carreras de muchas grandes figuras han transcurrido principalmente en el escenario, como fue el caso de Grimaldi, Grock o Dimitri, los payasos ocupan fuera de la pista todos los escenarios y pantallas, se comprometen con la vida de la sociedad e inspiran las obras de numerosos artistas.
El Teatro Isabelino acogió a los primeros payasos, hombres de teatro como lo son hoy en día las muchachas y los muchachos del famoso teatro ruso Litsedeï. Payasos franceses, ingleses y norteamericanos fueron los héroes del cine burlesco al principio del siglo XX, cuando la vanguardia artística los transformó en emblema de su modernidad.
Hoy en día, los escenarios del music-hall, de variedades, de la televisión y de Internet acogen con sus ensoñaciones poéticas o transgresoras. Las obras más grandes del genio artístico literario, musical o pictórico se unen al poder de la representación de los payasos. La denominación payaso abarca hoy en día una realidad que va mucho más allá de la de una figura del circo. Ya se trate del mundo de la salud, de la educación, de la acción social, o ya sea del comercio y de la industria, de los medios de comunicación o de los cómics, no hay un sector de actividad o un campo artístico que escape a los payasos, hombres o mujeres, gestuales o conversadores, tiernos o aterradores, políticos o metafísicos.
Estos diversos espacios ocupados por los payasos atestiguan el alcance universal actual de esta figura y de sus funciones, que llegan fuera de la pista, mucho más allá del espectáculo.