por Thibaut Rioult
Misteriosos poderes del espíritu
Basado en la simulación de poderes psíquicos de varios tipos, el mentalismo es una forma artística que proviene del ilusionismo. Al minimizar la dimensión de manipulación y el uso de objetos, se desarrolló lejos de los códigos y del repertorio de la prestidigitación. La técnica parece haber desaparecido, y con ella la idea de trucaje. El mentalismo consagra la victoria del espíritu sobre la materia o sobre los otros espíritus.
Transmisión de pensamientos
Una de las formas más puras y más antiguas de mentalismo es la transmisión del pensamiento. Desde la antigüedad, los sacerdotes-brujos paganos o los charlatanes utilizaban trucos de ilusionistas para influenciar a sus sujetos, restituir misteriosos oráculos o responder a preguntas en sobres sellados. Denunciada por los padres de la iglesia occidental, esta práctica y sus secretos fueron revelados por los autores árabes medievales. En el Renacimiento, recreaciones mágico-matemáticas pusieron regularmente en escena numerosas adivinaciones de números o cartas elegidas mentalmente.
En el siglo XIX, el prestidigitador francés más célebre, Jean-Eugène Robert-Houdin (1805-1871), presentó junto con su hijo Émile un número de doble vista que marcó los espíritus. De todo París venían a presentarle al padre objetos insólitos, que éste “transmitía” mentalmente a su hijo por medio de algunas preguntas elementales. El mentalismo estaba de moda. El éxito del número atrajo pronto a los imitadores y Robert-Houdin creó entonces una técnica muda a partir de una simple campanilla que guiaba a su hijo para que describa al objeto presentado.
Artistas contemporáneos perpetúan la tradición, como, en Francia, los dúos Gilles y Blaise o Antoine y Val, los Gilsons o Syl & Sun1. En su momento, Pierre Dac & Francis Blanche le habían dado sus cartas de nobleza a la disciplina consagrándole su mítica parodia Le Sâr Rabindranath Duval (1957). Pero fueron sin duda los inspiradores de este sketch, Myr & Myroska (activos de 1944 a 1984), que permanecerán en las memorias como los más grandes telépatas del siglo XX por sus técnicas sin igual y el leitmotiv extremadamente sutil que concluía todos sus números: ¡“Si no hay truco es formidable, pero si hay un truco, reconozcan que es aún más formidable!”
Los poderes secretos del hombre
Con Myr & Myroska se enunció bajo una forma extremadamente sintética y potente, una de las ideas dramatúrgicas clave del mentalismo contemporáneo que privilegia a un extraordinario talento más que a los poderes psíquicos. Es la posición asumida por el personaje principal de la serie televisada The Mentalist, Patrick Jane, charlatán psychic arrepentido y prestidigitador en sus horas. Por el contrario, Jerome Finley, Richard Webster, Neal Scryer y otros Luke Jermay se jactan más o menos explícitamente de poseer verdaderos poderes. Se inscriben en las corrientes del bizarre magick, de los artistas charlatanes psychic o del mentalismo espiritual.
Algunos años antes de la serie, el mago inglés Derren Brown (1971-) teorizaba esta posición artística en su obra Pure Effect (2000), que consiste en oponerse a los “poderes psíquicos”, pero crear en cambio la ilusión de una utilización extremadamente potente y hábil de la sugestión y de algunas sutilezas psicológicas. Movilizando los conceptos consustanciales a la hipnosis y a la programación neurolingüística (PNL), Brown consiguió dar el “sentimiento difuso que manipula el espíritu de los espectadores”. El artista encarna un personaje entre investigador y hipnotizador. El mentalismo se basa entonces sobre el postulado de una legibilidad y de una maleabilidad del ser humano y resuena al máximo con el concepto de ingeniería social, es decir, el de una manipulación mental y comportamental.
¿El mentalismo, una herramienta de investigación social?
Abordando la cuestión del poder y la manipulación, Thierry Collet (1966-), actor y mago contemporáneo, la convierte en una problematización escénica. Después de haber interrogado la percepción y sus límites en su espectáculo Vrai/Faux, rayez la mention inutile (2009), intensifica el planteamiento con Influences (2011) abordando sin ambages la cuestión de la manipulación social. Influir sobre la voluntad del espectador, imponerle comportamientos o fracturar su fortaleza mental taladrando sus pensamientos: Collet pone en escena un ilusionismo brutal que se aleja de las cuestiones mágicas. La magia deja entonces de ser el operador poético que abría la posibilidad de un sueño. Se convierte por el contrario, en el instrumento del despertar crítico de los espectadores. Así pues, Collet explora nuevas maneras de practicar el mentalismo, transformándolo en una herramienta de exploración de los imaginarios sociales.
Más sutil aún, su último espectáculo de mentalismo Je clique donc je suis (2014) deja de lado los poderes psíquicos del mentalista para sustituirlos por la potencia oscura de las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, programas informáticos, geolocalización, piratería, big data, machine learning, profiling, etc.). La relación de poder ya no se efectúa entre dos individuos sino entre el hombre, las máquinas y la nebulosa inmaterial de este pensamiento digital que los anima. A diferencia de numerosos ilusionistas, Collet pone aquí la tecnología a todas luces. Omnipresente, es incluso tan eficaz que se acaba dudando de su existencia. El paradigma espectacular clásico se invierte: la técnica no es ya lo que torna la magia posible, pero por el contrario, el ilusionismo es solicitado por el espectador como explicación de la demostración tecnológica.
Todos mentalistas
Así pues, se observa que la localización del poder psíquico es uno de los elementos determinantes de la estructura dramática: directamente en el caso del ilusionista, en mentalismo clásico o bien a nivel de la tecnología en el espectáculo de Collet. ¿Pero acaso no se podría desplazar el poder directamente en las manos del espectador? Es una de las pistas exploradas por el mago belga Christian Chelman (1957-) bajo el nombre de X-Mentalisme. Este nombre es una referencia por supuesto al universo de los X-Men, donde cada uno puede descubrir sus superpoderes. A pesar de su nombre, esta forma no se limita a los Marvel sino por el contrario, explora otros temas fantásticos (vampirismo, licantropía, etc.). Permite una teatralización importante que integra perfectamente la participación activa del espectador, que se revela siendo “sensible”. Con el mentalismo social de Collet, el espectador tomaba conciencia de la violencia de un poder separado que se imponía a él; el X-Mentalisme le ofrece por el contrario, vivir una experiencia mágica singular, la de experimentar su propio poder.
1. Finalista del programa de televisión « La France a un incroyable talent » en 2011.