por Thibaut Rioult
En los fundamentos de la prestidigitación clásica, la magia general se cristaliza alrededor de algunos grandes trucos clásicos que todo mago domestica para entrenarse. Del salón a la calle pasando por el circo, la magia general se basa en un amplio abanico de efectos que moviliza distintos accesorios muy diversos, de los más simples como los aros o las cuerdas, a los más modernos.
Temporalidades mágicas
Simples círculos de metal puro, los aros “chinos” se impusieron por su pureza y ofrecen numerosas posibilidades. Desde el siglo XVI, ya sean tres, cinco u ocho, los aros se cruzan, se encadenan y se separan, en un ballet de acero que cuestiona la realidad de lo que llamamos materia. La manipulación de los aros indica que hay dos maneras de producir el efecto mágico: una rápida, la otra lenta. Una ruptura brusca entre la forma anterior y la siguiente permite la sorpresa del efecto flash. La segunda vía deja a la imaginación el tiempo de apropiarse del proceso en curso. Los aros se cruzan lentamente, ineluctable e inexplicablemente. En 1973, Richard Ross (1946-2001) ganó el Gran Premio FISM con una rutina de este tipo, cargada de poesía visual. Para ampliar aún más el efecto de lentitud, el ucraniano Viktor Voitko (1968-) añadió a la ilusión de los cruces, la levitación.
Mitologías del hilo y poesía de las cuerdas
Constan testimonios desde el siglo XVI, del truco del “hilo hindú” – en inglés hindu o gypsy thread – que ocupa un lugar particular en el repertorio de los magos. El truco es simple: se corta un hilo varias veces luego se lo recompone en su estado inicial. Es esta simplicidad la que constituye su poder de evocación y se presta especialmente a una lectura simbólica. Así pues, el mago norteamericano Eugene Burger (1939-2017) presentó varias interpretaciones del hilo hindú, convertido en un gran clásico de la prestidigitación. Una de ellas evoca la cosmogonía de la mitología hindú, caracterizada por la creación, la destrucción y la restauración del universo. La otra convierte a este truco en una metáfora de la vida, de sus riesgos y sus dolores para culminar en la posibilidad mágica de superar todos los obstáculos y de volver a entablar vínculos con los demás y con el mundo. El mago francés Jacques Delord (Jacques Lajunias, 1928-2006) dio también su visión de este truco. Delord percibía en el mismo una ilustración del poema de Paul Fort, La Corde, que interroga penosamente: ¿“Por qué retomar el romance? El cable está roto, niña… ”. Gracias a un trivial carretel de hilo se retoma un sueño eterno: encontrar un orden original perdido, favorecer un renacimiento, superar la separación… bajo el poder de la magia. El primero en construir textos a medida para acompañar los números con cuerdas fue Jacques Delord. Inspirado en un grabado antiguo de Olaus Magnus1, contaba las aventuras de un marinero, “viajero de los mares lejanos”, mago y manipulador de cuerdas. El prestidigitador Pierre Edernac (1919-2011) presentó en la Symphonie pour une seule corde, una cuerda primero minúscula que se iba alargando de manera incomprensible.
Cybermagia
Los ilusionistas contemporáneos se apoderaron de las nuevas tecnologías. A partir de los años 1990, Marco Tempest (1964-) puso en práctica shows de magia tecnológica utilizando pantallas, robots, o también realidad aumentada puesta al servicio de la creación de una emoción mágica. En su estela, el ilusionista alemán Simon Pierro (1978-), proveído de un material equipado de una pantalla táctil, superó el principio de la interactividad más allá de su límite físico. La interfaz táctil se convierte en una zona de intercambio entre el mundo virtual y el mundo real: la mano del ilusionista puede entrar en la pantalla o salir de ella, virtualizando y materializando el contenido. La Tablet puede cumplir funciones de máquina para cerveza a presión, encendedor o máquina de tatuaje. En el registro del mentalismo, Thierry Collet (1966 -) hace actuar directamente a la inteligencia artificial el rol del mago.
La magia en el circo
Los magos forman parte integrante del mundo del circo. La presentación de números es especialmente compleja a causa de la pista circular. El prestidigitador se encuentra entonces rodeado de miradas. La configuración se presta para los números de pickpocket donde las manipulaciones deben sobre todo, ser invisibles para el participante pero no para el público. El serbio Boris Borra (1921-1998) realizó giras con los circos más importantes de Europa y América, primero en solo luego acompañado de su hijo Charly. ¡Presentándose como manipuladores de puros y cigarrillos, revelaron rápidamente “pedir prestados” distintos efectos personales de los espectadores – relojes, llaves, monederos, anteojos, o incluso tirantes! – para su mayor estupefacción. Pierre Jacques († 2003), otro mago pickpocket acostumbrado a las pistas, desempeñaba al mismo tiempo el rol de Monsieur Loyal en el Circo Jean Richard durante los años 1970.
En el cine, Robert Bresson recurrió a los talentos de Henri Kassagi (1932-1997), manipulador y pickpocket, como consejero técnico para las necesidades de su película Pickpocket (1959). Kassagi enseñó a los actores los gestos justos y esa sutil coreografía de los cuerpos que tornó la película tan impactante.
Pero la magia en el circo no se reduce al pickpocket. El norteamericano Jack Kodell (1927-2012), preciso, elegante presentaba un número de cotorras distinto al del británico Norman Barrett disfrazado de Monsieur Loyal. Del otro lado del Pacífico, la familia circense de los Kio contaba con tres magos rusos famosos: Emil (1894-1965) y sus dos hijos Igor y Emil Jr, que presentaban números de ilusión en grande, rodeados por bailarines y figurantes.
Los gentelmen de la magia
Una figura del prestidigitador se impuso en el imaginario colectivo: el perfecto caballero, en traje, elegante, seguro de sí mismo y con un dominio total de sus gestos. ¡Con la punta de los dedos, hete aquí que hace aparecer una paloma, su indisociable compañera! Dotado de una presencia escénica única, Channing Pollock (1926-2006) encarnó durante los años 1950 a este mago clásico. Inspiró a numerosos artistas contemporáneos como Lance Burton (1960), que debe su renombre internacional al número de palomas que lo convirtió en el primer campeón del mundo FISM, a los 22 años. Fred Kaps (1926-1980) personificaba también esta figura tradicional. Distinguiéndose por su aire despreocupado y su carisma, fue reconocido por unanimidad como el más grande de su generación. Manipulador de bolas, cigarrillos y pañuelos, integró rápidamente nuevos objetos a sus números: bastones, velas encendidas o también billetes de banco que hicieron de él un innovador y un modelo.
La aparición del conejo
La historia de la prestidigitación no estaría completa sin una mención a este otro compañero indispensable del mago: el conejo surgido de la galera. Al final del siglo XIX, el prestidigitador inglés David Devant (1868-1941) lo convirtió en su truco de referencia, representándolo en sus carteles, sus fotografías, sus películas, juguetes ópticos o en su teoría Our Magic. Pero por lo menos dos representaciones iconográficas demuestran la anterioridad de esta ilusión: un cartel de Burmain (hacia 1830) y de John Henry Anderson (1841). Si bien no se trató de un invento de Devant, es claro que contribuyó ampliamente a la difusión de esta imagen fuerte que explota el contraste visual entre el conejo blanco y el sombrero negro. Ya sea produciendo palomas, conejos, peces, cotorras, polluelos o ratones en el siglo XVII, precedidos por sapos en el siglo XVI, los magos entablaron un lazo con el primero de los milagros: la aparición de la vida.
1. Olaus Magnus, Historia De Gentibus Septentrionalibus…, Rome, 1555, lib. III, cap. 16, p. 119.
Leer en Gallica (edición francesa, Paris, 1561).