Evolución

por Pascal Jacob

Fundada en 2010 por Antonia Kuzmanic y Jakov Labrovic, Room 100 es una compañía experimental proveniente de la ciudad de Split, en Croacia. Su primer espectáculo, C8H11NO2, creado por artistas autodidactas, mezcla contorsión, dislocación, Butoh japonés y break dance.Todo el conjunto se encuentra inmerso en un ambiente sombrío, acompañado por la música en vivo de David Gazde, tocada sobre osciladores eléctricos. C8H11NO2 es una formaartística en la cual se mezclan los cuerpos con una instalación plástica, lo que sugiere una visión física y radical de la esquizofrenia: la obra es intensa e inquietante y a su vez íntima e hipnótica… Expone sobre todo la búsqueda de sentido que atraviesan desde hace casi cuarenta años las artes del circo y sus mutaciones sucesivas.
Room 100 ilustra esta nueva era de la acrobacia que continua siendo un lenguaje unificador, esta vez al servicio de una nueva visión, de otra gestualidad, de otros rituales y de otras composiciones. Alfabeto y vocabulario a la vez, la acrobacia contemporánea se basa en los mismos principios fundamentales aplicables a la creación de los números circenses tradicionales, pero cuestiona de manera más aguda, la relación con el mundo de quien la practica y contribuye a la singularidad de un esquema arborescente de posturas, al servicio de una propuesta. Desde los comienzos del circo soviético a finales de los años 1920, el concepto de sentido, escritura y dramaturgia se volvió determinante: enriquecido quizás por un principio narrativo, este concepto constituyó la trama de la representación, modeló sus asperezas y su densidad y contribuyó a afianzar al circo contemporáneo en la vibración del mundo.

Las mutaciones del gesto acrobático también se reafirmaron en la intención de lo que se elige ampliar u omitir. La disminución del énfasis y de la grandilocuencia, muy apreciados por formas más convencionales, son una marca significativa de una evolución hacia la simplicidad. La deconstrucción de la proeza condujo por sí sola a la desaparición del formato “acto” para evolucionar hacia una forma de abstracción donde la intención es tan importante como la realización. En las investigaciones de Chloé Moglia o de Mélissa Von Vepy con aparatos inusitados, desde el cuadro negro de Rhizikon a un espejo suspendido en el bien llamado Miroir, Miroir, vemos apropiaciones espectaculares y poderosamente dramatizadas. El trabajo de Angela Laurier, enriquecido por su historia, trasciende la práctica de la contorsión, exacerbando su fragilidad y trazando un recorrido vital con matices de una belleza fulgurante y desesperada.

Ocupar el vacío

Históricamente, el círculo de la pista se encuentra vacío. Es su mayor ventaja: una zona de juegos abierta a todas las posibilidades, un espacio que ofrece innumerables latitudes para intentarlo todo. Desde el punto de vista simbólico, la estructura de la representación se basa en el principio del flujo y reflujo, un incesante sistema de idas y venidas para el montaje y la desaparición rápida del material y de los aparatos. El espacio vacío, ni bien abarrotado, forja la dramaturgia del circo.
Un principio menoscabado por el espectáculo de la 8a promoción del Centro nacional de las artes del circo de Châlons-en-Champagne, Sur l’air de Marlborough, donde el Director y coreógrafo François Verret ocupa la pista con una estructura metálica gigantesca que contiene todos los aparatos necesarios para la ejecución de la representación y modifica sin cesar el punto de vista del espectador.
Compañías como La Meute o Race Horse saturan el espacio con una multitud de aparatos, accesorios y elementos escénicos que privilegian, manipulan y abandonan a lo largo de la representación. Con Super Sunday, los acróbatas de Race Horse pasan de una catapulta a una rueda de la muerte y tejen un catálogo de pretextos que fomentan la actuación, un juego en torno al concepto de toma de riesgo, una construcción dinámica como una exploración ávida de un máximo de técnicas, un inventario donjuanesco motivado por la conquista y el control de lo que despierta el imaginario de los acróbatas desde su infancia.
El colectivo Yvan Mosjoukine con De nos jours (Notes on the circus) sin tambores ni trompetas, sin estrás ni lentejuelas, se apropia una vez más de los artificios del circo y del mundo foráneo con una energía comunicativa y un sentido de la pausa que nos recuerda la forma del espectáculo de Peter Greenaway, 100 objets pour représenter le monde, una reflexión sobre la estrofa y la secuencia, conceptos que resuenan con el espectáculoIrritation puesto en escena por Rolf Alme en la Escuela superior de las artes del circo de Bruselas en 2008.
Cada estudiante, solo, frente a un micrófono colocado en el proscenio, es invitado a decir algunas frases. El coro de sus condiscípulos le responde, a menudo con humor. Antes de salir de escena, realiza la figura más compleja de su especialidad, la cristalización de varios años de formación, de pruebas, de fracasos y de éxitos. Una búsqueda de la quintaesencia que concuerda con esta noción de simplicidad y de una valoración de la idea de estrofa más bien que la de número. 

 

Cuestionar

La noción de sentido parece determinante: la acrobacia contemporánea está al servicio de una intención, de un proceso narrativo, que constituye la trama de la representación, modela sus asperezas y su densidad. Liberado de la competencia por la hazaña y del registro puramente demostrativo, el circo contemporáneo valora aún más la idea de una performance por contraste, como en el espectáculo Sans Objet creado por Aurélien Bory donde un robot imponente cubierto de una lona de plástico, modela el espacio y multiplica formas y reflejos. Más allá de la abstracción de la máquina, la presencia de cuerpos humanos que la completan, la rodean y la controlan crea otra conciencia del riesgo, incita a una percepción más aguda de los movimientos impulsados por una arquitectura de acero. Lejos del salto mortal, la destreza permanece intacta y se afirma sin ambigüedades como un recorrido acrobático y coreográfico lento, exigente y… espectacular.
Plexus, con la bailarina Kaori Ito, aparece como otra manera de cuestionar lo humano y de enfrentarlo a obstáculos incesantes antes de que este encuentre su camino a través de miles de hilos de nilón centelleantes y multicolores donde se pierde y se encadena, siendo a la vez marioneta y prisionera. El espacio condiciona el movimiento, lo hace singular y lo identifica, moldeando un retrato inquietante inspirado por el sistema nervioso, siendo a veces el paradójico talón de Aquiles de seres humanos bastante crédulos.
A veces se trata del redescubrimiento de una disciplina antigua, revisitada bajo el prisma del sentido y del símbolo, que teje un lazo inusitado entre historia y contemporaneidad: al reapropiarse de la técnica de suspensión por el cabello, Sanja Kosonen y Elice Abonce Muhonen, equilibrista y trapecista respectivamente, crean Capilotractées, espectáculo compuesto por una sucesión apasionante de ocho secuencias de suspensión, una obra fuerte y conmovedora donde el cabello se vuelve alegoría y pretexto para la distorsión. Le braquemard du pendu plantea el principio de la repetición, obsesión que puede rozar lo absurdo, marcada por una sucesión de rituales para crear un circo gráfico y depurado, que oscila con humor entre Sísifo y Babel. También se trata de una variación fascinante sobre el tema de la muerte, al dejarse caer con la cuerda sujetada al cuello, escena de ahorcamiento real impedido a último momento, gesto de una terrible agudeza que restaura la angustia pura, “fondo de comercio” de numerosos feriantes foráneos y esencia brutal de múltiples performances circenses.
Este juego en torno a la muerte y el azar, principio de identificación del circo moderno desde el siglo XIX, es planteado de manera más metafórica que real, pero la fascinación por el peligro como “condimento” queda intacta.

Distancias

Yoann Bourgeois pone en acción al cuerpo del acróbata o del bailarín, en un contexto o una situación que pueda afectar su equilibrio… Con Celui qui tombe, seis personajes se encuentran frente a un plano móvil muy amplio que puede inclinarse, elevarse, bajarse según ángulos y velocidades diferentes. La búsqueda de equilibrio es permanente, pero también es un espléndido pretexto para desarrollar vínculos, relaciones y situaciones en un espacio limitado, en una zona inestable que refleja claramente nuestro mundo… Este cuestionamiento hace resonar preocupaciones y conciencia, pero también deseo de comprender y compartir una mezcla de inquietud y esperanza. Allí reside seguramente la característica del circo contemporáneo, más apto para elaborar un inventario que para limitarse a proponer un espacio-tiempo superficial. Las artes del circo, hoy componen el estiramiento del gesto acrobático con la dilatación del tiempo, quizás a veces hasta alcanzar la incorporeidad del circo. Aceptar la sangre, el sudor, el barro, el desgarro, la imperfección, el deslizamiento y la caída, Dan a luz a otro enfoque, otra percepción que podría ser una interpretación de la esencia misma del circo.
Desde la creación de su espectáculo Où ça ? Johann Le Guillerm manipula el tiempo y juega con los sentidos de sus espectadores, los lleva sobre caminos escarpados, donde un gesto incierto, por ejemplo lanzar una hacha, puede ser repetido hasta adquirir el manejo total del gesto aunque sea necesario para eso retomar la escena varias decenas de veces… Rechazar un tempo obligatorio, elegir la probabilidad y lo aleatorio, asumiéndolos como elementos constitutivos de la dramaturgia, contrasta con una tradición milimetrada en la cual uno de los principios fundadores es el de nunca fallar.
Sébastien Wojdan cuestiona y juega con el “terror” de la cercanía, colocando “fragmentos de riesgo” en contacto con el público, repentinamente implicado y casi protagonista de una forma artística que revisita los códigos foráneos de la exhibición. Esta proximidad tiene a veces un valor estético: roce mortífero afirmado, dimensión prohibida por el circo tradicional que aprecia el peligro, pero que no desea revelarlo y que impregna el trabajo de la compañía australiana Acrobat, un grupo circense que no reniega de la sangre y desarrolla una acrobacia bruta, obsesionada por el choque y el desgarro. El abandono del estilo liso y de una perfección artificial y obsoleta caracteriza quizás las transformaciones del circo contemporáneo. Sin embargo, esto no le resta pureza al gesto acrobático, pero su veracidad se ve ampliada por el sentido que se le otorgará de ahora en más.

Intenciones

La serie de impulsos, equilibrios, elevaciones, construcciones humanas que lindan por momentos con fuertes evocaciones del Descendimiento de la cruz constituyen el vocabulario del colectivo XY, compañía cuya materia prima es el mano a mano y que elabora un lenguaje de una belleza cautivante que se sitúa más allá de la demostración pura (que resulta generalmente vana).
Columnas y propulsiones, participan en la elaboración de composiciones plenas, de una arquitectura de la deconstrucción de una intensidad extraordinaria. La simulación de un combate colectivo es la secuencia fuerte de la creación Il n’est pas encore minuit, porque reposa en la veracidad de las intenciones y halla su equilibrio en la precisión de los cuerpos y de la actuación, transportándonos hacia la subestructura del circo de los orígenes, entre ritual y exutorio. Una dimensión compartida por la compañía Un loup pour l’homme para la cual, cada creación es un compromiso, un enfrentamiento entre el cuerpo de los acróbatas y el espacio que los contiene.
Si en un registro diferente, los acróbatas como Spencer Novitch o Arthur Cadre sólo utilizan las líneas de sus cuerpos para generar sentido entre humor y virtuosismo, la dimensión más significativa en la realización del gesto acrobático contemporáneo se plantea seguramente desde una relación de complicidad con el aparato, inspiración para la creación de figuras nuevas y para otra implicación del cuerpo.
Es en esta tensión con el objeto, cualquiera sea su tamaño, que residen las estructuras de una nueva escritura visual y técnica. El artista sugiere nuevos equilibrios y modifica a la vez su propia percepción del gesto y del movimiento, así como la del espectador. Cuestiona los principios de la disciplina, interroga el repertorio de las figuras esperadas y propone una alternativa a los códigos establecidos de la técnica. Determina sobre todo la posibilidad de hacer evolucionar en una perspectiva contemporánea a aparatos seculares, pretexto para la activación de otro virtuosismo y por ende, de una nueva apreciación de la forma en su totalidad. Más allá de una sola técnica, hecha a imagen y semejanza de la acrobacia y del circo.